Hola! Bienvenid@s, ya sabeis que os toca leer un poquito ;) pero ánimo que es poca cosa jeje espero que os guste! (: UnBeso^^ Bekii

martes, 19 de julio de 2011

Capítulo 9.

Llegué a la casa llena de ira. Dejé la moto en el garaje y salí al jardín. No sabía que iba a hacer pero necesitaba quitarme la rabia de encima. Miré fijamente a un árbol y no me lo pensé dos veces. Me lancé contra él y de un golpe lo rompí por la mitad y calló a mi lado.
-          Si cada vez que te dejamos ir haces eso nos vamos a quedar sin bosque – Alex me miraba riéndose.
Me lancé contra él enfadada, no estaba de humor, me había contenido para no matar a aquella chica, quería matarla, pero no lo hice por aquella daga, por él.
Paró mis manos con un solo movimiento. Moví una pierna por debajo de sus pies tirándole al suelo. Me soltó las manos y calló agazapado mirándome medio enfadado. Me preparé para recibir su ataque. Me lanzó una patada a la barriga, se la paré con una mano, le agarré la pierna con fuerza y le lancé contra un árbol. Se golpeó la espalda y se quedó allí sentado. Antes de que se levantase me senté encima de él mirándole y agarrándole la garganta con una mano, pero sin apretar.
-          No te vuelvas a reír de mi – Gruñí y al ver el hilito de sangre que le corría por el labio me di cuenta de lo que había hecho – Lo siento – Le solté la garganta y le pasé mi dedo índice por el hilito de sangre. Intente no llevármelo a la boca, pero lo hice.
-          No pasa nada – Me miró mientras no sacaba el dedo de la boca, realmente sabía muy dulce – Déjame ver – Me agarró el brazo derecho con las manos y pasó los dedos con cuidado por encima de una herida hasta que encontró lo que buscaba, con cuidado sacó un trozo de madera – Tienes que aprender a controlarte, porque si cada vez que te cruzas con una cazadora y no la matas haces esto no podrás estar cerca de mortales.
-          ¿Por qué? – Sonrió y señaló hacia el árbol y me hizo un gesto para que le mirase – Ah.
-          ¿Qué te puso tan furiosa? ¿A dónde fuiste? – Me apartó un mechón de pelo de la cara y me observó los arañazos que tenía.
-          Volví a mi casa, vi donde mataron a mis padres, y antes de que acabase aparecieron dos cazadores. Ella me vio y la ataque, cuando apareció el otro la use de escudo hasta marcharme.
-          Lo hiciste bien – Me movió con cuidado a su lado quitándome de encima de él. Cuando me di cuenta de cómo había estado colocada me sonrojé un poco – Si tienes su olor la próxima vez te será más fácil reconocerla, incluso entra la multitud – Se levantó y me tendió una mano – Eso es lo que hacen los rastreadores, pero con tu fuerza no te aconsejo que te especialices en eso.
-          ¿Entonces qué soy?
-          Yo diría por cómo me has abatido – Sonrió – Que eres una guerrera, la que en los equipos de rastreo de cazadores los mata.
-          Creo que voy a volver hoy a mi antigua casa, quiero registrarla para ver si encuentro algo que me lleve a quien mató a mis padres.
-          Como quieras – Me tocó con las yemas de los dedos la mejilla - Pero antes ve al baño y cúrate y límpiate un poco las heridas – Se separó y sonrió – Cualquier cosa ya sabes cuál es mi móvil.
Se marchó y me quedé allí quieta, mirando el árbol que había destrozado. Nana me observaba desde la ventana y subí a saludarla y a cambiarme de ropa.

≈ Yuri se había sentado al lado de una ventana para mirar hacia fuera. No se había hecho daño. Se quedó dormida y me marché de su habitación. Félix no nos preguntó nada de donde habíamos ido ni por qué Yuri había vuelto tan nerviosa, sino que nos dejó en paz, y se lo agradecí.
Bajé al garaje y me subí al coche. Metí las llaves en el contacto y deseé que estuviese allí.
El viaje se me hizo eterno pero cuando aparqué delante de la casa y la observé algo en mi interior se movió y me empujó a ir casi corriendo. Fui por la parte de atrás de la casa y entré, no sabía si estaría allí o no, pero no iba a ir sin verla. Miré en todo el piso de abajo y no había nadie ni ninguna marca de que hubiese estado allí. Eso me desanimó, pero subí al piso de arriba y una corriente de aire frío me sacudió. La puerta hacia una habitación estaba abierta.

≈ Esperé detrás de la puerta, con una mano apoyada en la pared y la otra en la puerta, esperando para cerrarla de golpe. Un chico entró en mi habitación, iba armado. “! Dos veces en un día ya es demasiado! ¡Dejar en paz mi casa!” Me lancé contra él y se dio la vuelta antes de que le tirase al suelo. Intentó sacar la espada y atacarme con ella, pero antes de que lo hiciese la cogí y la lancé escaleras abajo. Le sujeté las manos contra el suelo y le miré. Di un salto al verle la cara.
-          ¡Tú! ¿Qué haces aquí otra vez?
-          Hoy por la tarde te vi, esperaba que volvieses – No aflojé la fuerza sobre sus muñecas. Intentó soltarse haciendo fuerza con las piernas y me coloqué encima de él.
-          Ya me has visto – Le miré a los ojos, le recordaba, me acordaba de todo. Me agaché hasta quedarme a unos centímetros de su cara y le susurré al odio – ‘Primero intentas matarme y ahora esto’ – Intenté no sonreír, pero me salió natural.
≈ Hice toda la fuerza que pude y la giré colocándome yo encima. La observé, había cambiado, pero seguía siendo aquella inmortal.
-          ¿Por qué siempre que nos encontramos acabamos igual? – Me soltó las muñecas y apoyé una mano al lado de su cintura y la otra al lado de su cara. Se giró y pude notar cómo me olía la muñeca.
-          Estamos destinados a esto ¿no? Vosotros nos matáis, matáis a nuestras familias y nosotros a la vuestra.
-          ¿Por qué volviste aquí? ¿Por qué te fuiste?
-          Aquí vivían mis padres – Suspiró y su aliento rozó mi barbilla, me acerqué más a ella – Y me marché porque si no me habrían matado aquella noche.
-          ¿Y has esperado dos años para volver? – La miré con curiosidad, me di cuenta de que intentaba respirar poco, la miré a los ojos y vi que su color era demasiado intenso - ¿Por qué no me matas?
-          Porque no quiero hacerlo – Se levantó un poco y rozó con sus labios los míos - ¿Y tú por qué no me matas?
-          Porque no quiero – Sonreí y la besé. Me siguió el juego. Seguía sabiendo igual que hacía dos años, pero algo me extrañó, tenía los puños apretados contra el suelo. Me separé de ella y me di cuenta de lo que pasaba.
Sus ojos estaban cada vez de un color más intenso, intentaba no moverse. Me decidí a darle lo que quería. Me mordí con fuerza la lengua y sin que se diese cuenta la besé. Ella me siguió el juego, pero me di cuenta de que algo había cambiado cuando me acercó a ella con las dos manos. Estaba bebiendo la sangre que había en mi boca.
≈ Me sabía dulce, estaba disfrutando, llevaba demasiado tiempo sin probar sangre fresca y probarla en ese momento me relajó. Le agarré la cabeza con las dos manos y elevé un poco mi cuerpo para acercarme más, quería más.
Me levanté de golpe y me alejé de él, Amy me había advertido de lo que era tener un suministro de sangre fresca a tu lado, de poder bebértela toda, no había inmortal que pudiese resistir aquello una vez que empezaba a beberla.
Se movió en el suelo y se sentó mirándome. Cerré los ojos y retrocedí hasta encontrar la pared. Me apoyé en ella y me senté en el suelo. No abrí los ojos e intenté tranquilizar mi corazón. Noté que él se levantó y que se iba a acercar. Abrí los ojos de golpe y le miré.
-          No te acerques – Le señalé con un mano, sabía que si se acercaba no me podría contener. El aire que entraba por la ventana hacia de barrera entre nosotros y evitaba que todo el olor dulce llegase hasta mi. “Ese olor dulce, ese sabor, esa sensación” Saboreé la sangre que quedaba sobre mis labios y le miré – No vuelvas a hacerlo.
-          Nunca había visto a un inmortal alejarse de la sangre como has hecho tú ahora – No parecía preocuparle que le pudiese matar, sino que no lo había hecho, se acercó a mí y se colocó enfrente de mí.
-          No te acerques más por favor – Me estaban temblando las manos, oía como le latía el corazón, noté como la sangre se movía por sus venas, su respiración alterada… - Por favor – Le miré y en lugar de alejarse como le estaba pidiendo me agarró la cara entre las manos y me besó. Apenas tenía ya sangre en la boca, pero el sabor seguía ahí. Cerré los ojos y le besé, intentando frenar las ganas que tenía de más.
-          Pasa la noche conmigo – Me agarró por la cintura y me puso de pié, delante de él.
-          Te puedo matar – Le miré poniéndome seria – Debería matarte.
-          Pero no lo harás – Colocó una mano sobre mi mejilla y deslizó sus labios la curva de mi barbilla.
-          ¿Cómo lo sabes? – Me separé un poco de él y le miré a los ojos, seguían siendo los mismo ojos curiosos que recordaba.
-          Porque lo sé… - Me empezó a besar con dulzura, recorriendo mi boca con la suya.
Me acarició la cintura con sus manos y descendió conmigo hasta el suelo. Sus labios recorrieron mi cuello y oí como su corazón se aceleraba. Volvió a mi boca y sus besos empezaron a coger un ritmo frenético, que cualquiera habría reconocido…

sábado, 9 de julio de 2011

Capítulo 8.

Abrí los ojos con cuidado. Después de dos años aún no me había acostumbrado a aquella habitación.
Nana vino a darme los buenos días y ronroneó mientras volvía al alfeizar de la ventana.
Me levanté despacio de la cama y miré hacia los acantilados que durante los últimos días me habían recordado cada vez más a mi casa. Alex Y Amy me habían dicho que cuando estuviese preparada para volver y defenderme yo sola me dejarían coger el coche y marcharme, pero habían pasado dos años desde que había llegado a aquella casa en ninguna parte y nunca me habían mencionado de si volvería o no.
Cogí la ropa que tenía sobre una silla y me dirigí al baño para cambiarme. Me miré al espejo, había cambiado bastante. Ahora tenía 18 años, mis ojos se habían profundizado y tenía el pelo más largo que nunca. Me lavé la cara acariciando los bordes de mis mejillas con las yemas de los dedos, tocando cada marca de que había habido allí una herida. Con el tiempo se iría, tal vez unos días más tarde de hacérmelas, pero aquellas eran de el día anterior. Lo entrenamientos con Alex eran duros, pero había mejorado bastante y sabía que tenía que soportarlo, simplemente para poder irme a casa algún día…

≈ Yuri estaba sentada mirando como entrenaban los demás cazadores. Se estaba haciendo con cada día que pasaba un poco más mayor, ya no era aquella niña que intentaba salvar a los inmortales, ahora lo hacía. Les había enseñado a todos como eran algunos, pero Félix le dijo que se olvidase de salvarlos, que si había algunos que no nos matasen ya vendrían otros para hacerlo. Que no la creyesen le había hecho daño, y yo la creía, sabía que había inmortales que no mataban, pero no podía decírselo, y aunque quisiese demostrárselo a alguien no podría, ya no sabía dónde estaba aquella inmortal, habían pasado dos años desde que la vi por última vez.
Me senté al lado de Yuri y miré lo que estaba escribiendo.
-          Sabes que si Félix te ve con ese te meterás en un lio ¿verdad? – La miré preocupado, se había obsesionado con demostrarles a todos que los inmortales no eran peligrosos, y quería capturar uno.
-          Lo sé, pero tú no le vas a decir nada a que no – Me miró sonriendo, con esa sonrisa de niña que tanto me gustaba de ella.
-          Ya sabes que no – Le devolví la sonrisa, era como mi hermana pequeña – Pero no te puedo decir lo mismo de los demás.
-          Me da igual – Volvió a mirar a los que entrenaban y apuntó los movimientos que hacían y como se inmovilizaban entre ellos – Esta semana me creerán, estoy segura y te lo prometo.
-          ¿Qué vas a hacer?
-          Voy a capturar a un inmortal – Me miró decidida – Voy a buscar por toda la ciudad, y va a ser con tu ayuda o sin tu ayuda.
-          Ya sabes que va a ser con mi ayuda – Miré a Félix que nos observaba desde el otro lado de la sala. Me levanté y miré a Yuri, le revolví el pelo – Tengo que cuidar de ti ¿no?
Sonrió y me marché, esperé un rato en el pasillo y cuando apareció Yuri me explicó como quería hacer.

≈ El cuchillo pasó al lado de mi cintura. Alex me estaba atacando cada vez con mayor fuerza. Amy se unió por detrás con una espada. La esquivé y le di una patada en la barriga. Calló hacia atrás y se levantó, como si fuese una cazadora. Alex se abalanzaba sobre mí apuntándome hacia la cintura y en el último momento me intentó clavar el cuchillo en el corazón. Le esquive por muy poco y el cuchillo rozó mi hombro.
Me miró y esbozó una sonrisa, Amy ya se abalanzaba sobre mí. La empujé hacia Alex y este la esquivó con agilidad, pero cuando no me miró le arrebaté el cuchillo con una patada y le tiré boca abajo al suelo. Me coloqué encima y acerqué mi boca a su cuello.
-          Muerto – Las palabras me salieron entre suspiros, me había costado tumbarle.
-          No te despistes – Alex me miró riéndose.
Me levanté de un salto al oír el sonido de la hoja de la espada cortando el aire cerca de mí. Amy estaba allí, preparada para atacar. Se lanzó contra mi decidida, en el último momento lanzó la espada a un lado y eso me desconcentró. Me lanzó una patada que me dio de lleno en la barriga. Giró sobre sí misma y me iba a dar otra patada, pero esta la paré y la hice girar en el aire hasta lanzarla al suelo. Antes de que se incorporara cogí la espada y se la coloqué en el corazón.
-          Muerta – Sonreí mientras intentaba recuperar el aliento.
-          Has mejorado bastante – Amy se levantó y le entregué la espada – Pero, ¿por qué con la espada y no tu?
-          Porque no me gusta mezclar sangre  - Me reí y miré a Alex que me miraba sonriendo - ¿Estoy preparada para volver?
-          A mí no me mires – Alex se levantó – Si por mi fuera ya habrías vuelto hace más de un año.
-          Entonces… - Miré a Amy de golpe, queriéndola atacar, pero me contuve.
-          Quería estar segura de que podrías defenderte bien – Amy me miró y sonrió – Además eres una inmortal por genética, no te han convertido, tu sangre es más pura que la de otros y lo más importante, eres más fuerte.
-          Entonces, ¿puedo volver? – Miré a Alex quien ya tenía unas llaves en la mano.
-          Toma – Me las lanzó – Son de una moto que hay abajo, es tuya – Sonreí y las agarré con fuerza – pero antes vete a cambiarte y ponte ropa oscura y cómoda, no sabes lo que tendrás que hacer.
-          Claro, me cambio y me voy – Desaparecí de allí con la velocidad que tanto me gustaba usar.
-          ¿Crees que está preparada? – Amy parecía preocupada.
-          Hasta que vaya sola no lo sabremos…

≈ Yuri estaba cogiendo algunas cosas en su habitación cuando aparecí por su puerta.
-          Ciérrala – Cerré la puerta y me acerqué a ella.
-          ¿A dónde vas con todo eso? – Observé el repertorio de armas que tenía sobre la cama.
-          Tranquilo, solo me voy a llevar dos – Cogió una daga, la compañera de la que le había dado a aquella inmortal y una espada que colocó en su espalda – ¿Tu lo tienes todo? – Asentí y toqué instintivamente el lugar donde estaba mi cuchillo – Pues vámonos.
Recorrimos toda la ciudad a pié, buscando lo que quería Yuri, pero no hubo suerte. Yo ya sabía que no íbamos a encontrar a ningún inmortal, desde aquella noche que hicieron la ‘gran caza’ no se había capturado a ningún inmortal de más de un mes, todos eran recién convertidos.
Yuri se estaba desesperando y decidió ir Jill’s Park y desde allí iríamos hacia la playa, donde se habían encontrado a los últimos inmortales que habían matado.

≈ Me bajé de la moto y la llevé hacia la parte de atrás de la casa. La apoyé en la pared y me quité el casco. Suspiré. “Aquí estamos Zoe, tu y la nada” Me adelanté hacia la puerta de atrás que estaba abierta. Las bisagras ya no la sujetaban y con el movimiento del viento hacía un ruido que se parecía al murmullo de un río. Me dirigí instintivamente hacia el despacho de mi padre, como si fuese a encontrarle. Abrí las puertas correderas y se levantó algo de polvo. “Me pregunto por qué nadie ha comprado esta casa” Me acerqué a su escritorio, aún tenía marcas de sangre. La olí, era de mi madre. Recorrí la casa hacia la cocina, en el suelo había más sangre seca, y dejaba un rastro como si hubiesen arrastrado un cuerpo.
Me puse alerta, había un ruido que venía de fuera. “No es nada” Pero el ruido de unas pisadas se acercaban a la parte delantera de la casa. Metí la mano dentro del pantalón, mi móvil estaba allí, si necesitaba ayuda simplemente tenía que marcar unos números y vendrían a ayudarme. Me acerqué a la parte delantera de la casa y observé a través de una ventana.
Era una chica, alta, pálida y delgada. Llevaba una melena larga suela que le rozaba la espalda cada vez que se movía. No había nadie más con ella. La observé y vi que tenía una espada en la espalda.
Se movió por el lateral de la casa y se paró a observar la moto. Me quedé quieta detrás de las cortinas. “¿Estaría sola?” Sacó la espada de su funda y miró hacia el interior de la casa.
Salté hacia la ventana rompiendo los cristales y abalanzándome sobre ella. Le arrebaté la espada de una patada y ella se echó hacia atrás asustada, pero se repuso al momento. Se agachó y sacó una daga, que reconocí al momento. Me lancé contra ella con fuerza y en unos segundos le quité la daga.
La empujé contra en suelo y le sujeté las manos mientras la amenazaba con mis colmillos.
-          ¿Qué haces aquí? – Grité siseando - ¿Quiénes están contigo?
Oí movimiento detrás de mí, y antes de que algo impactase contra mi espalda me aparté y levanté a la chica conmigo para que tampoco le diese.
-          Yo estoy con él, y será mejor que me sueltes.
-          ¿O qué? ¿Me volverá a lanzar un cuchillo para darme y te dará a ti? – Sonreí y noté como la chica se estremecía.
-          ¡Suéltala! – Miré al que había gritado aquello, me amenazaba con una espada.
-          Creo que no estás en condiciones de exigir – Me miró a los ojos y pareció desconcentrarse. Me agaché un poco y quité la daga del bolsillo – Acaso de que quieras perderla – Coloqué la daga sobre el corazón de la chica.
-          ¡No te escondas detrás de mi puta! ¡Atrévete a hacerle frente! – Me desvanecí de detrás de ella y me paré delante del chico.
-          ¿Crees que podría matarme? – Miré a la chica y sonreí – Ahora podría estar muerta ya y no lo estoy.
Me desvanecí hacia la moto, me subí y me marché de allí casi corriendo, intentando contener una lágrimas que eran de furia y rabia, pero también por darme cuenta de que me había reconocido…

Capítulo 7. Despedida

El cazador se había marchado ya, y Nana, como si supiese que ya no estaba allí reapareció de entre los árboles. No hacía ningún ruido. Se sentó sobre mi regazo y yo observé como el viento movía ferozmente las hojas de los árboles. Iba a haber tormenta.
Noté que algo me vibraba en el bolsillo y saqué el móvil, era Amy. “Nos vamos ya mismo, pero antes necesito hablar contigo, sal de tu casa, te espero en el bosque”.
Mi corazón se aceleró un poco, ¿se enfadaría si me veía fuera de casa? ¿Si veía que la había desobedecido? Tragué saliva y me levanté. Nana ya caminaba hacia la casa, era como si fuese siempre un paso por delante de lo que yo hiciese.
Cuando llegué a ver mi casa no vi a Amy, sino que vi a un chico agazapado al lado de un árbol. Me quedé quieta. No sabía si era un vampiro o un cazador. Me intenté ocultar entre los árboles, sin hacer ruido. El chico me miró con unos ojos fríos, pero sonrió. Le hizo una señal a alguien y una mano me agarró por la cintura y la otra me tapó la boca. Me estaban alejando de mi casa. Me di cuenta de que eran inmortales porque me movían muy deprisa.
Me dejaron caer al suelo. Mis ojos tardaron un rato en acostumbrarse a la cantidad de polvo que habían levantado y a la luz con la que me iluminaban la cara.
-          Es ella ¿no? – Era una voz masculina, hablaba rápido y parecía nervioso.
-          Si – Era una mujer, se agachó a mi lado y me hizo mirarla a la cara – Apaga eso, es una semi inmortal le harás daño en los ojos – Apagó la linterna y pude verle la cara. Era algo mayor que yo, de pelo castaño y un color de ojos que no sabría decir. Noté inmediatamente que era fuerte, su cuerpo se marcaba contra toda la camiseta. Miré a la chica que estaba a mi lado hablándome, diciendo cosas a las que yo no le estaba prestando atención…
-          ¡Amy! – Me taparon la boca cuando grité.
-          Más te vale que no te hayan escuchado.
-          ¿Quiénes? – Me levanté del suelo con rapidez, esa de la que ahora gozaba.
-          Tu casa está llena de cazadores, han… han matado a tus padres.
Se oyó un ruido en el bosque y seguido a eso el rugido lejano de unos perros.
-          Amy, tenemos que irnos o nos mataran.
-          ¿Vienes con nosotros? – Amy me miró con cara triste, yo aún no me había dado cuenta de lo que realmente me acababa de decir.
-          No hay tiempo – El chico me cogió en brazos y salió corriendo de allí. Se lo agradecí, porque cerré los ojos y me quedé dormida entre lágrimas, no sabría decir donde nos habíamos subido al coche.


Me desperté en el interior de un coche que recorría la carretera como si huyese de la salida del sol. Se iba a hacer de día en unos minutos y Amy era la que conducía. Me giré sobre mi misma y miré hacia el techo. Me di cuenta de que estaba apoyada sobre el regazo de aquel chico, parecía que venía con nosotras a donde Amy nos llevase. Él también estaba dormido. Me intenté incorporar y el mínimo movimiento ya le hizo abrir los ojos y mirarme, como si estuviese preocupado.
-          Amy – Hizo una pausa me miró y sonrió – Ya somos tres en el viaje.
-          Bien – Amy miró por el espejo retrovisor y me observó la cara – Ya queda poco para llegar – Volvió a mirar hacia la carretera – Así podremos hablar de lo que va a pasar y lo que les ha pasado a tus padres…
Dejó fluir esas palabras por el coche. Noté como el chico se movió incómodo y me miró con tristeza.
-          Están muertos por lo que soy – Me salió de los labios involuntariamente – Y como lo que soy mataré a aquellos que les hicieron eso.
-          Niña, el odio no es bueno, y menos cuando quieres matar a alguien, porque te ciega…
-          Amy, la enseñaremos bien, podrá matar a quien quiera, le enseñaremos como tú hiciste conmigo – El chico miró un momento a Amy y luego a mi – También mataron a mis padres, y maté al cazador que lo hizo.
-          ¿Te quedaste tranquilo después? – Le miré con curiosidad.
-          No – Negó con la cabeza – Pero soy lo que soy, y los mato para defenderme, no porque me de placer como dicen ellos, nunca me alimento de ellos, no somos como dicen.
-          Bueno ya hemos llegado.
Me incorporé dentro del coche y casi me di con la cabeza en el techo. El chico se rio por lo bajo y abrió la puerta del coche para bajarse.
Me bajé del coche y miré a mi alrededor sorprendida. Era una casa de madera, llena de musgo en las paredes, se camuflaba perfectamente con el entorno.
Amy abrió el maletero y empezó a sacar maletas y me sorprendí cuando me pasó dos que parecían las mías.
-          Me pasé por tu casa antes de irnos – Sonrió – Aunque me dijeras que te querías quedar no te lo habría permitido.
-          Gracias – Sonreí y pasé la mano por la cubierta de aquellas maletas, me traía recuerdos de todas las mudanzas que habíamos hecho.
-          Hoy descansa todo lo que quieras, mañana mandaré a Alex a buscarte temprano, ¿vale?
Asentí con la cabeza y entré detrás del chico que parecía llamarse Alex. El no llevaba maletas. Subí las escaleras detrás de él y me paré delante de una puerta que estaba abierta. Era una habitación enorme, con una cristalera desde la que se veían los acantilados de fondo.
-          Esa es la habitación que escogimos para ti, siempre será tuya – Me miró y se puso serio – Pase el tiempo que pase.
Se marchó y cerró la puerta una vez que estuve dentro. Me di cuenta de la realidad de aquellas palabras.