Hola! Bienvenid@s, ya sabeis que os toca leer un poquito ;) pero ánimo que es poca cosa jeje espero que os guste! (: UnBeso^^ Bekii

martes, 13 de septiembre de 2011

Capítulo 10

Lo primerísimo de todo siento no haber subido nada en tanto tiempo :S pero el verano a mi me pierde y buuff jajaj pero como ahora vuelve el curso y vuelve lo malo intentaré alegrar un poquito escribiendo más (: y ya me voy y os dejo el capi jajaj unBeso a Todaas! :D


Abrí los ojos algo desorientado. Busqué mi espada, pero no la encontré, cogí mi cuchillo. Apenas recordaba nada, solo tenía imágenes desordenadas, entonces la vi sentada en la ventana, mirándome con curiosidad. Recordaba su cuerpo, su sabor, sus besos, recordé la noche que había pasado con ella.
Dejé el cuchillo en el suelo y cogí la camiseta para ponérmela. Aún no era de día y el viento que entraba por la ventana me estaba helando. La observé con cuidado, apenas se movía de donde estaba, habría jurado que era una invención de mi cabeza de no ser porque el brillo de sus ojos era único.
-          No me mataste – Le sonreí. Terminé de vestirme y me acerqué a ella.
-          ¿Debería haberlo hecho? – Me miró seria, pero en sus ojos estaba la alegría que la hizo sonreír – Tendría que haberlo hecho – Me levantó la barbilla con un dedo – Pero no me atreví a morderte, supongo que aún no quiero acabar contigo – Sonrió, pero la realidad de sus palabras me hizo enmudecer, tarde o temprano uno de los dos tendría que morir.
-          Aún no, ¿qué tienes pensado hacer conmigo? – La miré intentando sonreír.
-          Nada – Hizo una línea con sus labios – Esperaré a que me intentes matar tu.
≈ Me quedé quieta, observando su reacción. Sabía que me tendría que matar, o que yo le tendría que matar, eso nadie lo podía negar.
-          ¿Por qué tiene que morir uno de los dos?
-          Porque somos lo que somos – Me levanté de la ventana y atravesé la habitación para coger mi chaqueta, me la puse y me volví a acercar a la ventana – Vigila no matar a alguno de mis amigos o te mataré – Le mordí el labio y salté por la ventana hasta mi moto.
Poco a poco la casa fue quedándose atrás, y cada vez iba más rápido en la moto. Me gustaba la sensación que me producía en el cuerpo la velocidad, apenas la notaba, pero el viento que iba acariciando mi cuerpo me parecía agradable.
Di un rodeo por la ciudad para ver si me seguía alguien. Cuando estuve segura de que no, salí de la ciudad y me dirigí hacia la casa, hacia mi nueva casa. Amy estaba en el estudio, en unos días quería ir a rastrear una zona de la que sospechaba que había un ‘nido’ de cazadores. Ese día íbamos a ir los tres juntos, por si pasaba algo buscar inmediatamente otro lugar para quedarnos. Me habían explicado que los cazadores rastreaban los últimos días de un vampiro con facilidad, siempre que se pudiesen exponer a su olor varios días, para eso usaban los perros.
Subí al piso de arriba y dejé la chaqueta encima de una mesa. Nana se acercó ronroneando, supuse que se habría preocupado al no verme por la noche. Desde que la encontré apenas se había separado de mí y tenía la costumbre de descansar a mi lado por la noche. Sus ojitos me miraron con tristeza y la cogí en brazos. Su ronroneo me tranquilizaba y como su corazón no latía era el único ruido e toda la habitación. Me habían enseñado a controlar los sonidos y escuchar los que solo yo quería, pero el hecho de poder relajarme y escuchar solo el ruidito de su ronroneo y su respiración me encantaba.
Dejé a Nana encima de la cama y me metí en el baño, necesitaba una ducha y cambiarme de ropa. No sabría decir cuánto tiempo estuve debajo del agua, pero el jabón de vainilla de estaba medio atontando. Salí del baño con una toalla alrededor del cuerpo y alguien abrió la puerta.
Con un movimiento rápido coloqué mi espalda contra ella y empujé hacia atrás para cerrarla.
-          Es una forma curiosa de decir que no estás visible – Oí como Alex se reía detrás de la puerta.
-          Si no llamas a la puerta es lo que obtienes – Sonreí aunque no me pudiese ver, supe que sabía que estaba sonriendo.
-          Abre, quiero hablar contigo – Me quedé quieta detrás de la puerta – Prometo no mirar…
-          Más te vale – La abrí y le miré seria – O te abatiré como ayer – Esbozó una sonrisa y me aparté, Nana se levantó y le fue a saludar.
-          Amy ya sabe la localización exacta de donde está el ‘nido’ – Abrí el armario y saqué unos pantalones vaqueros y una camiseta.
-          ¿Cuándo quiere ir? – Le miré y le hice un gesto para que se girase, lo hizo y dejé caer la toalla al suelo y me empecé a vestir – Ya te puedes girar.
-          Que rápida – Nana ronroneaba en sus brazos – Quiere ir mañana, a si que hoy toca entrenar.
-          ¿Ahora? – Arrugué la nariz, Alex asintió – Me ducho para nada – Alex se rió.
-          Tranquila no te vas a manchar, si lo haces bien, claro – Se acercó a mi cama y posó a Nana con cuidado – Te veo en el jardín, Amy quiere hablar contigo – Se giró y antes de desaparecer por la puerta me miró – La próxima vez que no vayas a estar por la noche tráemela, la encontré llorando en el tejado mirando hacia la carretera – Señaló a Nana y se marchó.
Me giré hacia ella y la miré con cariño. Siempre me habían gustado los gatos, pero nunca había oído que uno llorase por no ver a su ‘dueño’. La cogí en brazos y la apreté contra mí.
-          Te prometo que la próxima vez te avisaré, ¿vale? – Nana ronroneó y frotó la cabeza contra mi barbilla – Me lo tomaré como un sí.
Bajé las escaleras hacia el estudio. Nana se bajó y se marchó. Respiré hondo, aunque ya no me hiciese falta me tranquilizó. Abrí la puerta, Amy me esperaba apoyada sobre la mesa mirando un mapa y varios libros.
-          Zoe, acércate – Deslizó un mapa de la ciudad hasta delante de mi - ¿Reconoces este lugar? – Asentí – Es a donde vamos a ir hoy. Creemos que ahí es donde se reúnen varios grupos de cazadores.
-          ¿Nosotros tres contra todos?
-          No – Se rio – No estoy tan loca aún. Si conoces la zona me gustaría que nos guiases, no me fio de nadie de otro grupo – Asentí mirando el mapa, me parecieron los antiguos almacenes – Ahora vete, mañana por la mañana nos iremos de aquí.
Salí al jardín, donde Alex ya me esperaba para entrenar.

martes, 19 de julio de 2011

Capítulo 9.

Llegué a la casa llena de ira. Dejé la moto en el garaje y salí al jardín. No sabía que iba a hacer pero necesitaba quitarme la rabia de encima. Miré fijamente a un árbol y no me lo pensé dos veces. Me lancé contra él y de un golpe lo rompí por la mitad y calló a mi lado.
-          Si cada vez que te dejamos ir haces eso nos vamos a quedar sin bosque – Alex me miraba riéndose.
Me lancé contra él enfadada, no estaba de humor, me había contenido para no matar a aquella chica, quería matarla, pero no lo hice por aquella daga, por él.
Paró mis manos con un solo movimiento. Moví una pierna por debajo de sus pies tirándole al suelo. Me soltó las manos y calló agazapado mirándome medio enfadado. Me preparé para recibir su ataque. Me lanzó una patada a la barriga, se la paré con una mano, le agarré la pierna con fuerza y le lancé contra un árbol. Se golpeó la espalda y se quedó allí sentado. Antes de que se levantase me senté encima de él mirándole y agarrándole la garganta con una mano, pero sin apretar.
-          No te vuelvas a reír de mi – Gruñí y al ver el hilito de sangre que le corría por el labio me di cuenta de lo que había hecho – Lo siento – Le solté la garganta y le pasé mi dedo índice por el hilito de sangre. Intente no llevármelo a la boca, pero lo hice.
-          No pasa nada – Me miró mientras no sacaba el dedo de la boca, realmente sabía muy dulce – Déjame ver – Me agarró el brazo derecho con las manos y pasó los dedos con cuidado por encima de una herida hasta que encontró lo que buscaba, con cuidado sacó un trozo de madera – Tienes que aprender a controlarte, porque si cada vez que te cruzas con una cazadora y no la matas haces esto no podrás estar cerca de mortales.
-          ¿Por qué? – Sonrió y señaló hacia el árbol y me hizo un gesto para que le mirase – Ah.
-          ¿Qué te puso tan furiosa? ¿A dónde fuiste? – Me apartó un mechón de pelo de la cara y me observó los arañazos que tenía.
-          Volví a mi casa, vi donde mataron a mis padres, y antes de que acabase aparecieron dos cazadores. Ella me vio y la ataque, cuando apareció el otro la use de escudo hasta marcharme.
-          Lo hiciste bien – Me movió con cuidado a su lado quitándome de encima de él. Cuando me di cuenta de cómo había estado colocada me sonrojé un poco – Si tienes su olor la próxima vez te será más fácil reconocerla, incluso entra la multitud – Se levantó y me tendió una mano – Eso es lo que hacen los rastreadores, pero con tu fuerza no te aconsejo que te especialices en eso.
-          ¿Entonces qué soy?
-          Yo diría por cómo me has abatido – Sonrió – Que eres una guerrera, la que en los equipos de rastreo de cazadores los mata.
-          Creo que voy a volver hoy a mi antigua casa, quiero registrarla para ver si encuentro algo que me lleve a quien mató a mis padres.
-          Como quieras – Me tocó con las yemas de los dedos la mejilla - Pero antes ve al baño y cúrate y límpiate un poco las heridas – Se separó y sonrió – Cualquier cosa ya sabes cuál es mi móvil.
Se marchó y me quedé allí quieta, mirando el árbol que había destrozado. Nana me observaba desde la ventana y subí a saludarla y a cambiarme de ropa.

≈ Yuri se había sentado al lado de una ventana para mirar hacia fuera. No se había hecho daño. Se quedó dormida y me marché de su habitación. Félix no nos preguntó nada de donde habíamos ido ni por qué Yuri había vuelto tan nerviosa, sino que nos dejó en paz, y se lo agradecí.
Bajé al garaje y me subí al coche. Metí las llaves en el contacto y deseé que estuviese allí.
El viaje se me hizo eterno pero cuando aparqué delante de la casa y la observé algo en mi interior se movió y me empujó a ir casi corriendo. Fui por la parte de atrás de la casa y entré, no sabía si estaría allí o no, pero no iba a ir sin verla. Miré en todo el piso de abajo y no había nadie ni ninguna marca de que hubiese estado allí. Eso me desanimó, pero subí al piso de arriba y una corriente de aire frío me sacudió. La puerta hacia una habitación estaba abierta.

≈ Esperé detrás de la puerta, con una mano apoyada en la pared y la otra en la puerta, esperando para cerrarla de golpe. Un chico entró en mi habitación, iba armado. “! Dos veces en un día ya es demasiado! ¡Dejar en paz mi casa!” Me lancé contra él y se dio la vuelta antes de que le tirase al suelo. Intentó sacar la espada y atacarme con ella, pero antes de que lo hiciese la cogí y la lancé escaleras abajo. Le sujeté las manos contra el suelo y le miré. Di un salto al verle la cara.
-          ¡Tú! ¿Qué haces aquí otra vez?
-          Hoy por la tarde te vi, esperaba que volvieses – No aflojé la fuerza sobre sus muñecas. Intentó soltarse haciendo fuerza con las piernas y me coloqué encima de él.
-          Ya me has visto – Le miré a los ojos, le recordaba, me acordaba de todo. Me agaché hasta quedarme a unos centímetros de su cara y le susurré al odio – ‘Primero intentas matarme y ahora esto’ – Intenté no sonreír, pero me salió natural.
≈ Hice toda la fuerza que pude y la giré colocándome yo encima. La observé, había cambiado, pero seguía siendo aquella inmortal.
-          ¿Por qué siempre que nos encontramos acabamos igual? – Me soltó las muñecas y apoyé una mano al lado de su cintura y la otra al lado de su cara. Se giró y pude notar cómo me olía la muñeca.
-          Estamos destinados a esto ¿no? Vosotros nos matáis, matáis a nuestras familias y nosotros a la vuestra.
-          ¿Por qué volviste aquí? ¿Por qué te fuiste?
-          Aquí vivían mis padres – Suspiró y su aliento rozó mi barbilla, me acerqué más a ella – Y me marché porque si no me habrían matado aquella noche.
-          ¿Y has esperado dos años para volver? – La miré con curiosidad, me di cuenta de que intentaba respirar poco, la miré a los ojos y vi que su color era demasiado intenso - ¿Por qué no me matas?
-          Porque no quiero hacerlo – Se levantó un poco y rozó con sus labios los míos - ¿Y tú por qué no me matas?
-          Porque no quiero – Sonreí y la besé. Me siguió el juego. Seguía sabiendo igual que hacía dos años, pero algo me extrañó, tenía los puños apretados contra el suelo. Me separé de ella y me di cuenta de lo que pasaba.
Sus ojos estaban cada vez de un color más intenso, intentaba no moverse. Me decidí a darle lo que quería. Me mordí con fuerza la lengua y sin que se diese cuenta la besé. Ella me siguió el juego, pero me di cuenta de que algo había cambiado cuando me acercó a ella con las dos manos. Estaba bebiendo la sangre que había en mi boca.
≈ Me sabía dulce, estaba disfrutando, llevaba demasiado tiempo sin probar sangre fresca y probarla en ese momento me relajó. Le agarré la cabeza con las dos manos y elevé un poco mi cuerpo para acercarme más, quería más.
Me levanté de golpe y me alejé de él, Amy me había advertido de lo que era tener un suministro de sangre fresca a tu lado, de poder bebértela toda, no había inmortal que pudiese resistir aquello una vez que empezaba a beberla.
Se movió en el suelo y se sentó mirándome. Cerré los ojos y retrocedí hasta encontrar la pared. Me apoyé en ella y me senté en el suelo. No abrí los ojos e intenté tranquilizar mi corazón. Noté que él se levantó y que se iba a acercar. Abrí los ojos de golpe y le miré.
-          No te acerques – Le señalé con un mano, sabía que si se acercaba no me podría contener. El aire que entraba por la ventana hacia de barrera entre nosotros y evitaba que todo el olor dulce llegase hasta mi. “Ese olor dulce, ese sabor, esa sensación” Saboreé la sangre que quedaba sobre mis labios y le miré – No vuelvas a hacerlo.
-          Nunca había visto a un inmortal alejarse de la sangre como has hecho tú ahora – No parecía preocuparle que le pudiese matar, sino que no lo había hecho, se acercó a mí y se colocó enfrente de mí.
-          No te acerques más por favor – Me estaban temblando las manos, oía como le latía el corazón, noté como la sangre se movía por sus venas, su respiración alterada… - Por favor – Le miré y en lugar de alejarse como le estaba pidiendo me agarró la cara entre las manos y me besó. Apenas tenía ya sangre en la boca, pero el sabor seguía ahí. Cerré los ojos y le besé, intentando frenar las ganas que tenía de más.
-          Pasa la noche conmigo – Me agarró por la cintura y me puso de pié, delante de él.
-          Te puedo matar – Le miré poniéndome seria – Debería matarte.
-          Pero no lo harás – Colocó una mano sobre mi mejilla y deslizó sus labios la curva de mi barbilla.
-          ¿Cómo lo sabes? – Me separé un poco de él y le miré a los ojos, seguían siendo los mismo ojos curiosos que recordaba.
-          Porque lo sé… - Me empezó a besar con dulzura, recorriendo mi boca con la suya.
Me acarició la cintura con sus manos y descendió conmigo hasta el suelo. Sus labios recorrieron mi cuello y oí como su corazón se aceleraba. Volvió a mi boca y sus besos empezaron a coger un ritmo frenético, que cualquiera habría reconocido…

sábado, 9 de julio de 2011

Capítulo 8.

Abrí los ojos con cuidado. Después de dos años aún no me había acostumbrado a aquella habitación.
Nana vino a darme los buenos días y ronroneó mientras volvía al alfeizar de la ventana.
Me levanté despacio de la cama y miré hacia los acantilados que durante los últimos días me habían recordado cada vez más a mi casa. Alex Y Amy me habían dicho que cuando estuviese preparada para volver y defenderme yo sola me dejarían coger el coche y marcharme, pero habían pasado dos años desde que había llegado a aquella casa en ninguna parte y nunca me habían mencionado de si volvería o no.
Cogí la ropa que tenía sobre una silla y me dirigí al baño para cambiarme. Me miré al espejo, había cambiado bastante. Ahora tenía 18 años, mis ojos se habían profundizado y tenía el pelo más largo que nunca. Me lavé la cara acariciando los bordes de mis mejillas con las yemas de los dedos, tocando cada marca de que había habido allí una herida. Con el tiempo se iría, tal vez unos días más tarde de hacérmelas, pero aquellas eran de el día anterior. Lo entrenamientos con Alex eran duros, pero había mejorado bastante y sabía que tenía que soportarlo, simplemente para poder irme a casa algún día…

≈ Yuri estaba sentada mirando como entrenaban los demás cazadores. Se estaba haciendo con cada día que pasaba un poco más mayor, ya no era aquella niña que intentaba salvar a los inmortales, ahora lo hacía. Les había enseñado a todos como eran algunos, pero Félix le dijo que se olvidase de salvarlos, que si había algunos que no nos matasen ya vendrían otros para hacerlo. Que no la creyesen le había hecho daño, y yo la creía, sabía que había inmortales que no mataban, pero no podía decírselo, y aunque quisiese demostrárselo a alguien no podría, ya no sabía dónde estaba aquella inmortal, habían pasado dos años desde que la vi por última vez.
Me senté al lado de Yuri y miré lo que estaba escribiendo.
-          Sabes que si Félix te ve con ese te meterás en un lio ¿verdad? – La miré preocupado, se había obsesionado con demostrarles a todos que los inmortales no eran peligrosos, y quería capturar uno.
-          Lo sé, pero tú no le vas a decir nada a que no – Me miró sonriendo, con esa sonrisa de niña que tanto me gustaba de ella.
-          Ya sabes que no – Le devolví la sonrisa, era como mi hermana pequeña – Pero no te puedo decir lo mismo de los demás.
-          Me da igual – Volvió a mirar a los que entrenaban y apuntó los movimientos que hacían y como se inmovilizaban entre ellos – Esta semana me creerán, estoy segura y te lo prometo.
-          ¿Qué vas a hacer?
-          Voy a capturar a un inmortal – Me miró decidida – Voy a buscar por toda la ciudad, y va a ser con tu ayuda o sin tu ayuda.
-          Ya sabes que va a ser con mi ayuda – Miré a Félix que nos observaba desde el otro lado de la sala. Me levanté y miré a Yuri, le revolví el pelo – Tengo que cuidar de ti ¿no?
Sonrió y me marché, esperé un rato en el pasillo y cuando apareció Yuri me explicó como quería hacer.

≈ El cuchillo pasó al lado de mi cintura. Alex me estaba atacando cada vez con mayor fuerza. Amy se unió por detrás con una espada. La esquivé y le di una patada en la barriga. Calló hacia atrás y se levantó, como si fuese una cazadora. Alex se abalanzaba sobre mí apuntándome hacia la cintura y en el último momento me intentó clavar el cuchillo en el corazón. Le esquive por muy poco y el cuchillo rozó mi hombro.
Me miró y esbozó una sonrisa, Amy ya se abalanzaba sobre mí. La empujé hacia Alex y este la esquivó con agilidad, pero cuando no me miró le arrebaté el cuchillo con una patada y le tiré boca abajo al suelo. Me coloqué encima y acerqué mi boca a su cuello.
-          Muerto – Las palabras me salieron entre suspiros, me había costado tumbarle.
-          No te despistes – Alex me miró riéndose.
Me levanté de un salto al oír el sonido de la hoja de la espada cortando el aire cerca de mí. Amy estaba allí, preparada para atacar. Se lanzó contra mi decidida, en el último momento lanzó la espada a un lado y eso me desconcentró. Me lanzó una patada que me dio de lleno en la barriga. Giró sobre sí misma y me iba a dar otra patada, pero esta la paré y la hice girar en el aire hasta lanzarla al suelo. Antes de que se incorporara cogí la espada y se la coloqué en el corazón.
-          Muerta – Sonreí mientras intentaba recuperar el aliento.
-          Has mejorado bastante – Amy se levantó y le entregué la espada – Pero, ¿por qué con la espada y no tu?
-          Porque no me gusta mezclar sangre  - Me reí y miré a Alex que me miraba sonriendo - ¿Estoy preparada para volver?
-          A mí no me mires – Alex se levantó – Si por mi fuera ya habrías vuelto hace más de un año.
-          Entonces… - Miré a Amy de golpe, queriéndola atacar, pero me contuve.
-          Quería estar segura de que podrías defenderte bien – Amy me miró y sonrió – Además eres una inmortal por genética, no te han convertido, tu sangre es más pura que la de otros y lo más importante, eres más fuerte.
-          Entonces, ¿puedo volver? – Miré a Alex quien ya tenía unas llaves en la mano.
-          Toma – Me las lanzó – Son de una moto que hay abajo, es tuya – Sonreí y las agarré con fuerza – pero antes vete a cambiarte y ponte ropa oscura y cómoda, no sabes lo que tendrás que hacer.
-          Claro, me cambio y me voy – Desaparecí de allí con la velocidad que tanto me gustaba usar.
-          ¿Crees que está preparada? – Amy parecía preocupada.
-          Hasta que vaya sola no lo sabremos…

≈ Yuri estaba cogiendo algunas cosas en su habitación cuando aparecí por su puerta.
-          Ciérrala – Cerré la puerta y me acerqué a ella.
-          ¿A dónde vas con todo eso? – Observé el repertorio de armas que tenía sobre la cama.
-          Tranquilo, solo me voy a llevar dos – Cogió una daga, la compañera de la que le había dado a aquella inmortal y una espada que colocó en su espalda – ¿Tu lo tienes todo? – Asentí y toqué instintivamente el lugar donde estaba mi cuchillo – Pues vámonos.
Recorrimos toda la ciudad a pié, buscando lo que quería Yuri, pero no hubo suerte. Yo ya sabía que no íbamos a encontrar a ningún inmortal, desde aquella noche que hicieron la ‘gran caza’ no se había capturado a ningún inmortal de más de un mes, todos eran recién convertidos.
Yuri se estaba desesperando y decidió ir Jill’s Park y desde allí iríamos hacia la playa, donde se habían encontrado a los últimos inmortales que habían matado.

≈ Me bajé de la moto y la llevé hacia la parte de atrás de la casa. La apoyé en la pared y me quité el casco. Suspiré. “Aquí estamos Zoe, tu y la nada” Me adelanté hacia la puerta de atrás que estaba abierta. Las bisagras ya no la sujetaban y con el movimiento del viento hacía un ruido que se parecía al murmullo de un río. Me dirigí instintivamente hacia el despacho de mi padre, como si fuese a encontrarle. Abrí las puertas correderas y se levantó algo de polvo. “Me pregunto por qué nadie ha comprado esta casa” Me acerqué a su escritorio, aún tenía marcas de sangre. La olí, era de mi madre. Recorrí la casa hacia la cocina, en el suelo había más sangre seca, y dejaba un rastro como si hubiesen arrastrado un cuerpo.
Me puse alerta, había un ruido que venía de fuera. “No es nada” Pero el ruido de unas pisadas se acercaban a la parte delantera de la casa. Metí la mano dentro del pantalón, mi móvil estaba allí, si necesitaba ayuda simplemente tenía que marcar unos números y vendrían a ayudarme. Me acerqué a la parte delantera de la casa y observé a través de una ventana.
Era una chica, alta, pálida y delgada. Llevaba una melena larga suela que le rozaba la espalda cada vez que se movía. No había nadie más con ella. La observé y vi que tenía una espada en la espalda.
Se movió por el lateral de la casa y se paró a observar la moto. Me quedé quieta detrás de las cortinas. “¿Estaría sola?” Sacó la espada de su funda y miró hacia el interior de la casa.
Salté hacia la ventana rompiendo los cristales y abalanzándome sobre ella. Le arrebaté la espada de una patada y ella se echó hacia atrás asustada, pero se repuso al momento. Se agachó y sacó una daga, que reconocí al momento. Me lancé contra ella con fuerza y en unos segundos le quité la daga.
La empujé contra en suelo y le sujeté las manos mientras la amenazaba con mis colmillos.
-          ¿Qué haces aquí? – Grité siseando - ¿Quiénes están contigo?
Oí movimiento detrás de mí, y antes de que algo impactase contra mi espalda me aparté y levanté a la chica conmigo para que tampoco le diese.
-          Yo estoy con él, y será mejor que me sueltes.
-          ¿O qué? ¿Me volverá a lanzar un cuchillo para darme y te dará a ti? – Sonreí y noté como la chica se estremecía.
-          ¡Suéltala! – Miré al que había gritado aquello, me amenazaba con una espada.
-          Creo que no estás en condiciones de exigir – Me miró a los ojos y pareció desconcentrarse. Me agaché un poco y quité la daga del bolsillo – Acaso de que quieras perderla – Coloqué la daga sobre el corazón de la chica.
-          ¡No te escondas detrás de mi puta! ¡Atrévete a hacerle frente! – Me desvanecí de detrás de ella y me paré delante del chico.
-          ¿Crees que podría matarme? – Miré a la chica y sonreí – Ahora podría estar muerta ya y no lo estoy.
Me desvanecí hacia la moto, me subí y me marché de allí casi corriendo, intentando contener una lágrimas que eran de furia y rabia, pero también por darme cuenta de que me había reconocido…