Hola! Bienvenid@s, ya sabeis que os toca leer un poquito ;) pero ánimo que es poca cosa jeje espero que os guste! (: UnBeso^^ Bekii

martes, 29 de marzo de 2011

Lie to me.

Noté como se me clavaba el cuchillo por la espalda, sus ojos sobre mi nuca y su mano girandome para mirarme a los ojos. Lo desclavó y lo colocó contra mi corazón - Sabes que es lo mejor- Susurró. Yo gruñí y le enseñé los colmillos. El cuchillo se deslizó y me atravesó el corazón mientras sus labios razoban los mios - Te voy a echar de menos - Me dijo, y antes de que cerrase los ojos y me dejase ir susurré - Yo también...


# Va a ser una nueva historia, ya que Ces't moi está como medio acabada y tengo ganas de escribir algo más salvaje y menos romántico, aunque no faltará el romanticismo, lo prometo jejeje

sábado, 26 de marzo de 2011

Capítulo 10.


Las clases se me pasaban cada vez más lentas. Tenía ganas siempre de ir a nadar, era para evadirme de todo, y también porque estaba descubriendo una parte de Alex que no mostraba en el instituto.
Taara había empezado a pasar algo de tiempo conmigo, y sus amigas se interesaban por mí. Como me había dicho Alex un día yo era la nueva y rara en aquel sitio, asique al principio se habían alejado un poco de mí.
En el laboratorio de ciencias me había tocado en la misma mesa que Taara y Alex. Cuestión de apellidos había pensado, pero por lo visto los grupos los formaban los alumnos, y ellos habían decidido no dejarme sola.

-          Diana… - Taara me pasó una mano por delante de los ojos - ¿Vamos este viernes al Odeón?
-          Uy! Lo siento Ta, es que ando pensando en cosas – Le sonreí – Compras, compras - Le guiñé un ojo.
-          Ya, ya, tú y tus cosas – Miró para Alex e hizo una mueca. Se acercó a mí y me susurró al oído - ¿Tú no te estás haciendo muy amiga de este?
-          ¿Por qué lo dices?
-          No sé – Suspiró exasperada. Era cierto que cada vez pasaba más tiempo con Alex, pero tampoco tenía mucho más donde elegir – No sé si te acuerdas de un chico llamado Marcos, con el que estás saliendo…
-          Sí, me acuerdo de él perfectamente, y creo que más que salir con él, estábamos de lio – Cogí mi libreta y me puse a apuntar lo que acababa de escribir la profesora en el encerado.
-          ¿Qué es eso de ‘estábamos’? ¿Ya no… - Taara se puso medio regía, se estaba poniendo nerviosa.
-          No lo sé – Miré para Alex, parecía que no se estaba enterando de nada. Yo no le había dicho nada de Marcos, nunca, y tampoco me parecía importante hacerlo, porque apenas le veía, y, últimamente no hablábamos nada – Ya sabes que está a las afueras y que hace mucho que no le veo.
-          ¿Y? Hay internet, móviles, cartero! – Taara se llevó la mano a la boca cuando se dio cuenta de que estaba medio gritando.
-          ¿Por qué te afecta tanto? ¿Es mi vida no? – La miré con curiosidad y me di cuenta de que toda la clase estaba haciendo lo mismo.
Pasamos toda la clase sin apenas hablar entre nosotras. Llegué a pensar que se había enfadado, pero no, nos despedimos como siempre, me dedicó una sonrisa y quedamos para el viernes por la tarde.

Eran las cuatro de la tarde y me intenté apresurar a llegar lo antes posible a la piscina. En el parque apenas había gente. Esperaba encontrarme con Alex por el camino, se había vuelto mi confesionario particular, y siempre estaba ahí para escucharme cuando más lo necesitaba.
Llegué a la piscina y la entrenadora del equipo de Londres me saludó. Ya me había ofrecido que me uniese al equipo, pero la verdad, no me apetecía mucho. Colaboraba en los entrenamientos cuando les faltaba alguien, pero ir a las competiciones me echaba un poco para atrás.
Cuando terminamos de entrenar se acercó a mí.
-          Hoy estás algo rara, ¿necesitas hablar? – Su sonrisa irradiaba confianza.
-          No quiero molestarte con mis problemas.
-          No me molestas, yo también fui joven, y sé lo que es necesitar hablar con alguien – Se sentó a mi lado y esperó a que los demás se marcharan – Cuéntame, ¿es por algún chico verdad?
-          Sí y no. A ver es que es complicado, mi vida en general es complicada – Me arropé con la toalla y me sequé un poco el pelo – Cuando llegué aquí conocí a un chico, pero llevamos meses sin hablar ni vernos en persona, y no sé si debería decirle que solo amigos, o si solo somos eso ya.
-          Las relaciones a larga distancia siempre son complicadas, pero tú tienes que hacer lo que sea mejor para ti, y no te dejes influir por nadie – Me miró y supo que había dado en el clavo - ¿Hay otra persona?
-          Es que… soy nueva vale, y tengo dos personas con las que me llevo bien, pero de ese chico dicen que es un ‘conquistador’ y un chico ‘malo’, pero conmigo no es así, y no sé si…
-          ¿Si sientes algo por él? – Se quedó pensativa un rato. No sabía qué hacer, si levantarme e irme o quedarme allí sentada esperando su consejo. Le estaba diciendo mis sentimientos a una persona que apenas conocía – Mi consejo es que te lo pienses bien. Con el chico que ‘estas saliendo’ háblalo lo antes posible porque se nota que te afecta, y con el otro, deja que pase un tiempo – Se levantó y recogió su bolsa de deporte – Y cuando necesites hablar dímelo ¿vale?
-          Vale – Me levanté y me fui hacia el vestuario.

La verdad me había ayudado, aunque no sabía qué hacer aún, una cosa la tenía clara, tenía que hablar con Marcos. Antes de salir del vestuario cogí mi móvil y le mande un sms. Un ‘llámame tenemos que hablar’ me parecía muy frío, pero era la verdad.
Salí del vestuario con la cabeza aún mojada y antes de salir por la puerta alguien me cogió la espalda y sin darme tiempo a reaccionar estaba en el agua. Unos chicos del instituto me habían tirado. Salí de la piscina y al mirarles me di cuenta de que eran los que iban siempre con Alex.
-          Mirarla, pobrecita que se ha mojado – No le dije nada ni hice nada, no quería meterme en problemas - ¿Qué pasa putita no tienes lengua? Comprobémoslo – Dos de ellos se acercaron a mí y me sujetaron por los brazos. Intenté soltarme, pero eran más fuertes que yo. El tercero se acercó a mí y me intentó besar. Le di un rodillazo en la entrepierna, se retorció y cuando me iba a pegar alguien le empujó al agua.
-          ¡Soltarla ahora mismo! – Era Alex, nunca me había alegrado tanto de verle. Los dos chicos me soltaron sin pensárselo, se notaba que le tenían miedo – ¡Largaros de aquí!
Los tres chicos se largaron corriendo, eran como niños pequeños huyendo de un adulto. Alex me miró de arriba abajo.
-          Hiciste bien en darle un rodillazo, se lo merecía – Se acercó a mí y me miró los brazos - ¿Estás bien? – Ante el roce de sus manos sobre mi piel me estremecí.
-          Supongo que sí – Le miré a los ojos y me di cuenta de que me había sonrojado - ¿Por qué estabas aquí?
-          Mis padres necesitaban ayuda en el bar por la tarde, asique no vine a entrenar, y vengo ahora – Miró para mi bolsa de deporte – Quédate conmigo un rato, si pones la ropa en los radiadores te secará, después te llevo a tu casa – Sonrió - No quiero que cojas un resfriado.
-          ¿Y cómo me vas a llevar, en brazos? – Sonreí.
-          Si quieres lo puedo intentar – Me miró y sonrió divertido – Aunque creo que será mejor que te lleve en moto ¿no?
-          Sí, creo que sí.

Me quedé en ropa interior y con una toalla esperando a que se me secase la ropa. Estar al lado del radiador era reconfortante, y mi ropa se estaba secando bastante rápido. Alex terminó de nadar y salió de la piscina. Se fue a vestir y cuando volvió yo también me había vestido.
-          Te toca sufrir un poco el efecto de la velocidad – Sonrió y esperó a que me pusiese a su lado.
-          Tranquilo, no me voy a poner a chillar – Le sonreí y sin darme cuenta pegué un traspiés y casi me caigo a la piscina otra vez. Alex me cogió entre sus brazos y me pegó a él. Sus ojos miraban a los míos y sus labios podían rozar perfectamente los míos, pero no lo hizo.
-          Sé que tienes novio – Se separó de mi y agarró su mochila, la había dejado caer para cogerme – No quiero tener problemas con él – Me puse roja, rojísima mejor dicho – Venga te llevo a casa.

Hicimos el viaje sin decir nada, ni el uno ni el otro. Me dejó en la puerta de mi casa y se despidió con un simple ‘Hasta mañana’.
Subí las escaleras desde el portal a mi casa con el corazón en un puño, y cuando crucé la puerta principal de mi casa no pude evitar pegar un chillido. Ordené las cosas de las piscina y las dejé preparadas para el día siguiente.
Cogí mi iPod y me tumbé en la cama boca abajo. Me habría encantado que me hubiese besado, le quería besar… ¿Por qué tenía que tener tantas dudas en la cabeza? ¿Por qué me estaba pasando esto?
Me quedé dormida enseguida, con la ropa de la calle y con la música poniéndole ritmo a una imagen que me perseguía, Alex mirándome a los ojos, tan cerca de mí…

sábado, 19 de marzo de 2011

Capítulo 9.


Mi radio me despertó con una de mis canciones favoritas en aquel momento, “Lead the way”. Era sábado, y no tenía por qué madrugar, pero, mi madre me había convencido para que me apuntase a alguna actividad, y yo había elegido nadar. Cuando vivía en Paris había estado un tiempo en un equipo y me había gustado, asique, si tenía que empezar en algún sitio a encajar, quería que fuese con algo que ya conociese.
Me levanté de la cama con un saltito y me miré al espejo improvisado de mi “habitación”. Estaba diferente a cuando había llegado. Mi madre decía que más mujer, yo decía que estaba perdiendo mi relación con Paris, el brillo de la moda parisina, el brillo de mis ojos cuando veía a Gigi escoger sus conjuntos como si de vida o muerte se tratase… Gigi… la echaba tanto de menos, había sido mi mejor amiga durante apenas dos años, pero en unos meses era como si fuésemos hermanas, y ahora, apenas hablaba con ella. Cuando ella podía yo tenía algo que hacer, y aunque no quisiésemos admitirlo ninguna de las dos, nos estábamos separando a momentos.
Me puse un chándal y me hice una coleta alta. Mi madre ya se había marchado a trabajar. Antes, los sábados, no trabajaba, pero cambió su turno para así poder estar conmigo el domingo entero. Por una parte se lo agradecía, la echaba de menos como madre, por mi lado adolescente aborrecía la idea de pasar todos los domingos con mi madre.
Salí a la calle, parecía que hoy no iba a llover, pero después del otro día, cuando Alex me cubrió, no salía de casa sin un paraguas. Lo metí en el bolso y me puse los cascos. Adoraba poder llevarme algo de música siempre conmigo, me ayudaba a olvidarme del mundo exterior.
Llegué a un cruce y como no venía ningún coche hice ademán de cruzar, pero antes de que pusiese un solo pié en la calle un coche pasó por delante de mi pitando. El semáforo estaba en rojo, no me había dado ni cuenta de que allí hubiese un semáforo. Esperé a que estuviese verde y seguí mi camino hacia mi pequeña guarida.
Cuando llegué a la piscina un montón de recuerdos me vinieron a la cabeza, el olor a cloro, el ruido del agua. Era tan temprano que no había casi nadie, con la excepción de dos o tres chicos que se notaba que nadaban por profesión y no por diversión.
Me cambié lo más rápido que pude, quería meterme en el agua ya! Tenía un hormigueo en el estómago, una sensación extraña… quería recordar Paris.

Debía de llevar dos horas en el agua cuando vi que alguien se metía en la calle de al lado. Al llegar al final y dar la vuelta empezó a nadar a mi mismo ritmo. Intenté nadar lo más rápido que pude, pero él sin esfuerzo seguía  a mi lado. Di la vuelta e hice otro largo. Él seguía a mi lado cuando llegué a la otra esquina, y cuando le miré no me lo podía creer.
-          ¿Desde cuando nadas? – Alex me miraba interesado.
-          Aquí desde hoy, ¿y tu? – Le miré, nadaba muy bien.
-          Desde pequeño supongo – Se colocó de espaldas a la calle y sonrió – Venga, a ver que tal lo haces.
Estuvimos nadando y haciendo carreras un buen rato, hasta que mis piernas dijeron basta. Salí de la piscina y cogí mi toalla. Alex nada un poco más, y yo me quedé embobada viéndole. Cuando salió de la piscina intenté no abrir la boca de par en par, pero eso iba a ser difícil. Con la ropa que llevaba normalmente no se apreciaba el cuerpo que tenía. Realmente le debía de dedicar horas y horas a entrenar.
-          Supongo que si estas aquí tan temprano no habrás desayunado, ¿me equivoco? – Se estaba secando el pelo con la toalla.
-          No te equivocas no – Me levanté y cogí mis cosas.
-          Pues vístete y nos vemos fuera, conozco un sitio que los cafés son cafés – Me sonrió y se fue al vestuario.
Me vestí sin apenas prisa, me sequé el pelo con la toalla y salí para fuera. Alex estaba hablando con un chico. Yo aún no sabía si era como todos decían, pero por el momento yo creía que no.
Caminamos unas calles hacía abajo del gimnasio y en una esquina había una cafetería sin apenas gente. Entramos y la camarera saludó a Alex como si lo conociese de toda la vida. Alex subió por unas escaleras hacia el piso de arriba, yo no sabía si seguirle o no, pero cuando bajó y me miró supe que quería que le siguiese.
Subimos dos pisos, en la puerta del primer piso ponía “ALMACÉN”. Sacó un llave de su bolsillo y abrió la puerta.
-          No es una cafetería de Paris ni una del centro de Londres, pero no te cobraré el café – Sonrió y dejó su mochila al lado de la entrada.
-          ¿Vives aquí?
-          Si.
-          Pero, yo pensaba…
-          ¿Qué era un niño rico? – Me miró a los ojos y me retó a que le dijese que no – No todo es lo que parece. Porque vaya a un colegio de gente rica no tengo por que tener dinero.
-          Lo sé, es solo que – Le miré nerviosa y tragué saliva – No esperaba que vivieses aquí.
-          Como ya te he dicho – Se esfumó por la puerta y volvió con dos tazas, una en cada mano. Se sentó a mi lado y me pasó una – La gente no es como las demás personas dicen que es. A mi me tacharon de niño malo y de niño rico desde el primer día, aunque no sea rico.
-          ¿Y de niño malo?
-          Eso tendrás que descubrirlo Diana…

sábado, 12 de marzo de 2011

Capítulo 8


Llevaba ya dos semanas en el nuevo instituto. Apenas había encajado aún, era un ambiente demasiado “pijo” para mí. Taara me había enseñado un poco como iba aquello, quienes eran las “reinas” y con las que sería mejor para mí no llevarme, pero, aparte de eso, no había hecho nada más. Algunos recreos estaba conmigo, se preocupaba por mí, por cómo me iba todo, pero en cambio, en los demás, era como si no me viese. Esos recreos me los pasaba ó en la biblioteca ó en la calle, era lo bueno de este instituto, podías entrar y salir siempre que quisieras.
Mi rincón era un pequeño parque cerca del instituto. Desde los bancos dónde los ancianos descansaban no se oían los coches pasar por la carretera, era un pequeño paraíso de silencio en medio de la ciudad. Siempre que iba allí procuraba llevarme un bloc de notas. Me gustaba dibujar, y aquel lugar me transmitía algo que, no sabría explicar.
--
Era viernes, por lo que mi madre no volvía hasta tarde. Había cambiado sus turnos para poder estar más tiempo conmigo, aunque no servía de nada, era como si estuviese absorta por su trabajo. Me decidí a pasar un rato en el parque, aunque al llegar se me quitaron las ganas. Alex estaba allí con algunos amigos. Taara me había dejado muy claro que él estaba prohibidísimo, que era algo que me marcaría para el resto del curso, y que sería mejor que no me acercase a él. No es que le fuese a hacer caso, simplemente Alex no me gustaba.
Era el típico chico malo que sabe que le gusta a todas por ser eso, el chico malo. Siempre con su grupo, con el mismo tipo de chaqueta, con su pelo que parecía que no iba colocado para ningún sitio, pero que, en realidad iba para dónde él quería.
Pasé al lado del banco dónde estaban sentados y literalmente todos me miraron. Me habían dicho que causaba ese efecto porque estaban acostumbrados a las niñas pijas, y yo era todo lo contrario.
Alex se levantó y sus amigos con él, aunque cada uno tomó un rumbo distinto. Alex se colocó a mi lado y sus amigos se marcharon, como si alguien les hubiese gritado que lo hiciesen. Me paré mirándole a los ojos.
-          Hola – Me miró de arriba abajo – Vamos en la misma clase y aún no nos hemos presentado – De sus labios salió una sonrisa que habría derretido a cualquier chica, pero a mí no me iba a pasar – Mi nombre es Alex.
-          El mío Diana – No entendía de que iba aquello.
-          Muy bonito – Volvió a atacar con una sonrisa – Si no te quieres mojar será mejor que nos vayamos.
Empezó a caminar hacia la salida del parque. Es cierto que habían dado lluvia, pero para la noche, no para la tarde. Antes de que pudiese salir del parque empezó a caer un chaparrón. Alex se había esfumado, propio de él, era como si llevase muelles en las piernas, siempre desaparecía.
Me puse a correr hacía el otro lado de la calle y cuando cruzaba entre los coches noté como un brazo pasaba por encima de mi hombro y como extendía una chaqueta sobre mi cabeza. Alex no se había esfumado. Nos metimos en el primer soportal que vimos y dejé caer mis libros sobre el suelo mientras me hacía un moño.
-          Te dije que te mojarías – Sus ojos no se apartaban de mí, y eso me incomodaba.
-          Aún así, no me he mojado mucho – Le miré desconcertada – Gracias por cubrirme.
-          Para algo vine hacia aquí – Volvió a sacar esa sonrisa, y esta vez, me pareció sincero. No pude evitar sonreír - ¿Qué ocurre?
-          No eres como dicen.
-          ¿Y cómo dicen que soy? – Me miró con curiosidad.
-          Un chico malo sin remedio – Me reí y recogí mis libros. Cuando miré para dónde estaba se había esfumado – Increíble.
Salí del soportal y caminé hacia mi casa, intentando no mojarme más. Cuando llegué a casa ya estaba mi madre, y eso me extrañó, porque nunca estaba tan pronto.
-          ¿Mamá? – Dejé mis libros en mi habitación y me quité la ropa mojada. Mi madre no contestaba. Me puse un chándal y me fui a la cocina. – Ah! Estás aquí.
-          Si cariño, estoy aquí – Me miró como si estuviese mirando a un fantasma - ¿Te has mojado mucho?
-          No, un compañero de clase me cubrió al cruzar del parque a este lado de la calle – Me empezó a sonar el móvil, era Marcos.
-          Cariño, antes de que te vayas, ¿por qué no te apuntas a alguna actividad extraescolar?
-          Vale mamá, me lo pensaré.
Sin decir nada más, me esfumé por el pasillo hacia mi habitación y cogí el teléfono.

jueves, 3 de marzo de 2011

Capítulo 7

No había conseguido dormir nada. Había estado toda la noche acordandome de mi primer día con Gigi, la echaba tanto de menos. Hoy era la presentación en mi nuevo instituto, y sabía que no iba a tener la misma suerte que hacía dos años.
Me levanté de la cama a las siete de la mañana y intenté deshacerme los nudos del pelo. Siempre me levantaba con pelos de leona. Me puse lo primero que encontré en el armario. Como era el primer día nos dejaban ir como quisieramos, pero mi madre ya me advirtió de que tendría que llevar uniforme. La verdad me gustaba llevarlo, así podía dormir más y no tener que pensar que ponerme.
Me hice unas trenzas rápidamente, me puse unos vaqueros y una sudadera y salí casi corriendo por la puerta de casa.
Las calles estaban totalmente desiertas, la ciudad estaba dormida aún, solo los más valientes y los madrugadores estábamos caminando por la calle. Hacía mucho frío, pero como el instituto me quedaba a unas calles rechazé la idea de volver a casa a por otra chaqueta.
En las puertas del instituto había un gran grupo de gente, las puertas ya estaban abiertas, y, algunas personas ya se deslizaban entre las puertas al interior. No quería quedarme fuera, asique atravesé las puertas principales y caminé con cuidado para no caerme hacia la fachada principal. Todos me miraron alguna vez, debía de ser la nueva por definición. Intenté no mirar mucho hacia la gente, pero cuando le vi no pude evitar mirarle fijamente. Era el mismo chico que estaba en la estación. Me estaba mirando fijamente y me sonrió. ¿Acaso me recordaba? Sus ojos me siguieron hasta que entré por la puerta, en ese momento una chica se interpuso, y me sentí aliviada, sus dos ojos mirandome fijamente me ponian nerviosa.
Los pasillos estaban abarrotados de gente, que casi no podía caminar tres pasos sin tener que esquivar a alguien. Llegué por fin a la puerta de mi clase. Me daba miedo entrar, no sabía con quienes me encontraría, ni si sería la primera, eso me marcaría para el resto del curso, los ''chapones'' estaban muy mal vistos.
Entré por la puerta y ya había varias personas. Los dos chicos que estaban sentados al lado de la ventana me miraron un momento y volvieron a hablar entre ellos. La chica que estaba sentada detrás de ellos se levantó y se acercó a mi.
- ¿Eres la nueva no?
- Ya veo que todos saben que lo soy.
- Eso es normal, muy pocos vienen a este instituto en el último curso por traslado de Francia -Sonrió - Me llamo Taara, y no, ese no es mi nombre verdadero, pero llámame así. Y ahora sentémonos que la profesora ya está en la puerta.
Me senté a su lado toda la clase e intenté atender, pero el chico de la estación estaba sentado unas mesas hacía la derecha de la mia y no paraba de mirarme.
La profesora se presentó nos dijo el horario y no dejó marcharnos. Taara me acompañó hasta la puerta de salida y no paraba de preguntarme si conocía al que ella llamaba Alex, pero aunque le dijese mil y una veces que no, no me creía...