Hola! Bienvenid@s, ya sabeis que os toca leer un poquito ;) pero ánimo que es poca cosa jeje espero que os guste! (: UnBeso^^ Bekii

sábado, 2 de abril de 2011

Capítulo 12.


~ ATENCIÓN: Hoy he subido dos, el 11 & el 12.

Era demasiado temprano para levantarme un sábado, pero apenas había pegado ojo, y seguir metida en la cama me iba a volver loca. Mi madre ya estaba en el baño, y en unos minutos se iría a trabajar. Estaba algo nerviosa por ver a Alex, no sabía qué era lo que me podría hacer daño, aunque tampoco me importó.
Salí de mi habitación cuando mi madre salió del baño, y apenas me prestó atención, ni un buenos días. Eso me extraño, asique la seguí hasta la cocina. Estaba segura de que le pasaba algo.
Sonó el teléfono y mi madre lo cogió. ¿Quién podría estar llamando a esas horas de la mañana de un sábado? Mi madre lo cogió y al escuchar la voz del otro lado sacó una sonrisa forzada que poco a poco se fue convirtiendo en una sonrisa inexpresiva. No pude oír lo que decía, pero por su cara supe que era algo malo. Colgó el teléfono, se dio la vuelta y al verme se llevó una mano a los ojos para secarse las lágrimas.
-          ¿Qué ocurre mamá? – Me acerqué un poco a ella y la miré a los ojos.
-          Era tu padre, que bueno – Titubeaba, ¿qué era lo que me quería decir? – Bueno, sabes que teníamos un juicio por tu custodia, que era compartida y ahora tu padre la quería para el solo ¿no?
-          Si, lo recuerdo, me mandaron testificar en Paris, pero ¿no estaba arreglado ya?
-          No, aún no lo estaba, pero ahora ya si, ha ganado el – Me miró con los ojos llorosos y empezó a llorar otra vez – No quería perderte, pero mis ingresos son demasiado bajos, y el juez se la a dado a él, porque te podrá mantener mejor que yo.
-          Pero, si estoy viviendo aquí, ¿me pueden obligar a volver a Paris?
-          Si – Por un momento deseé marcharme, Gigi, la volvería a ver, estaríamos juntas otra vez, se acabarían las lágrimas y los mensajes de añoranza, la podría abrazar y contarle mis problemas en persona. Pero cuando mis compañeros londinenses aparecieron en mi cabeza se me encogió el corazón, no sabía qué hacer – Cariño, tienes que irte, es lo mejor, además si te vas por voluntad propia podrás volver de vez en cuando...
-          Voy a llamar a papá, no puede hacer esto – Me iba por la puerta de la cocina, cuando mi madre me paró.
-          Diana, no puedes hacer nada, el juez ya ha decidido, creo que es lo mejor para ti, que estudies en Francia, que vuelvas con tus amigas, ¿no quieres volver con Gigi? Ya he hablado con su madre y están dispuestos a acogerte en su casa en Navidad.
-          ¿Cómo que en Navidad? Mamá, ¿cuándo me voy? Navidad es en una semana.
-          Lo sé cariño, pero la orden del juez entra en fin de año, y es mejor que no esperemos hasta el último día.
-          Entonces, me voy...
-          Mañana, ahora mismo estaba preparándote un neceser, no hace falta que te lleves nada de ropa, ya comprarás alguna en Paris.
-          Pero...
-          No hay nada más que discutir, me voy a trabajar – Cogió su chaqueta y salió por la puerta como si la persiguiese la muerte – Cuando vuelva por la noche quiero verte en la cama y con la maleta echa ¿vale? Llévate solo lo que más necesites, nada de ropa.
Me quedé allí plantada un rato, pensando en lo que había pasado, en lo que iba a hacer. Mi mente estaba demasiado nerviosa. En unos minutos había roto todos mis planes, me había devuelto a la vida real. Iba a ver a Gigi, iba a abrazarla, iba a vivir con ella las Navidades. La echaba tanto de menos. Pero, Alex, me iba a venir a buscar.
Crucé apresuradamente mi casa, casi tropezándome con los muebles y cogí mi móvil, le tenía que decir que no viniese. No es que no quisiese verle, es que no podía... No me sentía con ánimos. Le mandé un mensaje diciéndole lo que había pasado y me contestó enseguida, dándome ánimos. Fue todo un tanto frío, pero no pedía nada más.


Ya era por la noche, estaba sentada en el sofá, mirando hacia la puerta de la entrada, esperando a que llegase mi madre y me dijese que tenía unos días más, o a despertarme en mi cama y que todo hubiese sido un sueño.
Me estaba quedando dormida cuando sonó el timbre de la puerta. Me levanté y fui a abrir.
-          ¿Qué haces aquí?
-          Si no quieres que este me voy – Me miró a los ojos, parecía algo feliz y algo triste.
-          No, no es eso, es que no me esperaba verte tan tarde – Miré mi reloj – Alex, ¿te das cuenta de que son casi las doce?
-          No pude venir antes, entrenamiento y bar, y no quería que te fueses sin despedirte de mi. Además tengo algo que decirte.
-          ¿Es algo largo o algo corto? – Le sonreí, quería que fuese largo.
-          Es corto tranquila – Me miró sonriendo – Me han concedido una beca.
-          ¿Sí? ¿Para donde?
-          Pues para... Me voy a Paris mañana – Me quedé allí plantada, con la boca casi abierta, sin saber que decir, sin poder moverme - ¿Estás bien? – Le abracé, y él me rodeó con los brazos.
-          Y, ¿era esto lo que me podía hacer daño
-          Ayer sí, cuando no sabía que te ibas también.
-          Entonces, ¿cuándo te vas?
-          En teoría debería de estar en el aeropuerto en media hora.
-          ¿A qué esperas entonces? ¿A perder el avión?
-          No, esperaba a esto – Me besó sin soltarme de sus brazos, y disfruté de ese momento todo lo que pude – Mañana cuando llegues, llámame y nos vemos, quiero que me enseñes Paris.
-          Vale, te llamaré.
-          Chao Di...
Se esfumó escaleras abajo y yo cerré la puerta de casa. Estaba agotada, había sido un día con demasiadas sorpresas para mi, por lo que me metí en la cama, intentando dormirme lo antes posible.


Con mi iPod mirando por la ventana, escuchando una de las canciones más bonitas que me había enseñado Taara, la nana de Isabela Swan. Me recordé a mi misma maldiciendo aquel viaje de ida, cuando pensaba que solo sería un verano. Ahora volvía a Paris, contenta, volvería con Gigi y tendría a Alex conmigo. Estaba a punto de aterrizar cuando recibí un mensaje de Gigi, estaba esperándome en el aeropuerto, y decía que tenía una sorpresa.
Bajé del avión, recogí mis maletas y me fui corriendo hacia donde estaba ella, mi mejor amiga, allí parada, mirándome, con lágrimas en los ojos. Me lancé a sus brazos. La había echado tanto de menos.
-          Di, te he echado tantísimo de menos.
-          Y yo a ti Gigi – Me di cuenta de que estaba llorando.
-          ¿Por qué no me dijiste que te traías a tu chico?
-          Porque hasta ayer no lo sabía.
-          Bueno, pues que sepas que me encanta para ti – Me miró sonriendo y me guiñó un ojo.
-          ¿Pero ya le conoces? Si nunca le has visto.
-          Pero te intentamos llamar los dos a la vez tres veces – Se rió – Entonces nos dimos cuenta de que llamábamos a la misma persona – Gigi se separó de mi y le vi, venía hacia mí con una sonrisa.
-          Hola Di – Le abracé con fuerza y me besó...

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