Hola! Bienvenid@s, ya sabeis que os toca leer un poquito ;) pero ánimo que es poca cosa jeje espero que os guste! (: UnBeso^^ Bekii

sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo 2.

Era sábado, y la luz me despertó. Me había olvidado de bajar la persiana. Parecía que iba a ser un día de primavera. Me incorporé frotándome la cabeza. Me seguía doliendo, aunque el ruido me estaba empezando a dejar de molestar. No escuché a mis padres, asique supuse que ya se habrían ido a trabajar. Me levanté de la cama y noté como las cosas tenían colores más intensos. Lo ignoré, sería porque mis ojos estaban más descansados. Fui al baño y me miré al espejo. No tenía ojeras, aunque apenas había dormido. Me miré la mano, seguía sin tener cicatriz, pero la camiseta que estaba colocada en mi silla demostraba que se mi había cortado. Me senté en la cama y la miré con curiosidad. A unos metros podía oler la sangre, y me resultaba un olor dulce y agradable. Cogí con la mano la camiseta y me acerqué a la cara. Cuando me di cuenta le estaba pasando la lengua a la manga. Tiré la camiseta al suelo asqueada, pero en la boca tenía un sabor tan dulce que me tentó volver a cogerla. No entendía que me pasaba, como me podía atraer la idea de beberme mi sangre. Cogí la camiseta del suelo y me metí en el baño. Me puse a limpiarla con agua y jabón, no quería que mi madre lo viese. Cuando conseguí quitarle la mancha la dejé en el contenedor de la ropa sucia.
Bajé a la cocina y abrí la nevera, tenía hambre. Había de todo en la nevera pero me llamó la atención la carne picada que tenía mi madre para el domingo. Podía verle la sangre correr hacia la bandeja de plástico. Se me pasó por la cabeza coger la bandeja y beberme la sangre, pero cuando me di cuenta de lo que estaba pensando cerré con fuerza la puerta, tanta que me hizo daño el ruido.
Me tumbé en el sofá intentando calmarme, mi corazón se había acelerado, aunque no estaba alterada. Estaba más tranquila que nunca, a veces pensaba que me había dejado de latir el corazón. Pude oír como pasaba un coche por la calle, podía oír hasta de lo que hablaban las personas en la calle. Intenté no escucharlos, y poco a poco dejé de oírles. Suspiré aliviada. Me di cuenta de que mi móvil estaba sonando y subí corriendo las escaleras, juraría que casi volaba. No llegué a cogerlo, pero me habían dejado un mensaje. Lo abrí y me quedé tonta al verlo. ¿Quién era? ¿De qué hablaba? Me decía que sabía lo que me estaba pasando, y que si quería ayuda fuese a Jill’s Park. No sabía qué hacer. ¿Quién era? ¿Qué era lo que me quería decir? ¿Qué me estaba pasando? Guardé el móvil de golpe y me lo metí en el bolsillo del pantalón. Estaba cansada eso era todo, no me estaba pasando nada raro. Me tumbé en mi cama y cerré los ojos. Respiré hondo. ¿Qué era ese ruido tan molesto? Me levanté de la cama y miré por la ventana. Era el perro de la vecina, había acorralado a un gato en un árbol, y el gato estaba chillando aterrorizado. Bajé las escaleras, tenía que parar con ese ruido, me estaba matando… si es que un ruido podía hacerlo.
Salí al jardín por la puerta de atrás y abrí la verja de la finca de mi vecina. Ella me observaba desde la ventana de su cocina y su perro me gruñía. Nunca me habían tenido mucho aprecio, especialmente desde el año pasado, cuando para que se callasen en verano puse los aspersores en medio del día, y lo conseguí, pero además conseguí un castigo y que esa señora me odiase. Pasé por delante del perro y se cayó. La señora me seguía mirando y pude ver como tenía el teléfono en la mano. ¿Estaría dispuesta a llamar a la policía? Me dio igual en ese momento. Me acerqué al árbol y miré al gatito. Con sus ojos verdes, las pupilas completamente dilatadas y el pelo brillando contra el sol. Era realmente precioso. Parecía un mini tigre acechando entre las sombras. Aunque apenas tendría unos meses. Le llamé para intentar que bajase, pero ni se movió, estaba temblando. El árbol no medía más de 4 metros, asique me agarré como pude al tronco y subí con cuidado. Las ramas eran fuertes y aguantaron de mi peso. El gatito empezó a ronronear y se acercó a mí, le acaricié detrás de las orejas, y le cogí en mi regazo. Bajé con cuidado del árbol, el perro pareció alterarse y mi vecina seguía con el teléfono en la mano, aunque estaba algo pálida. Cerré la verja tras de mí y entré en mi casa.
-          Sabes que eres una enana suicida ¿verdad? – La gatita ronroneó entre mis brazos y se acurrucó – A ver qué hago contigo, porque en mi casa no te puedes quedar.
Seguía ronroneando, aunque me pareció que se había quedado dormida. Subí a mi habitación y la dejé sobre mi cama, realmente era una gatita preciosa.
Me metí en el baño, quería darme una ducha y relajarme, era una costumbre desde siempre, sentir el agua cayendo sobre mí me relajaba. Abrí el agua y me metí debajo del chorro. Cerré los ojos y me olvidé de todo.
Podría haberme pasado horas así, de no ser porque mi móvil empezó a sonar. Salí del baño con una toalla mal atada alrededor de mi cuerpo. Cogí el móvil con una mano mientras que con la otra me intentaba colocar la toalla.
-          ¿Sí? – No se oía nada - ¿Hola? – Colgué, se habrán equivocado, pensé.


≈     -     Aún no es una completa – Dejó el teléfono sobre la mesita - ¿Avisamos a Félix?
-          ¿Para qué?
-          Jace, aún podemos salvarla, no tiene por que morir – Yuri me miró con sus ojos negros, como ella sabía, intentando convencerme de lo que llevaba años intentando.
-          Hermana, sabes que en unos días será completa – La miré a los ojos – Lleva en su sangre la sangre de los inmortales, ya nada puede salvarla.
-          ¿Y la condenamos sin saber cómo es? ¿Vas a matar a una chica que a lo mejor no es como los demás inmortales? – Yuri me miró medio molesta.
Llevábamos cinco años persiguiendo a inmortales, yo quería acabar con ellos porque mataron a mis padres, Yuri, en cambio, no tenía nada en contra de ellos, incluso salvaba a algunos, les ayudaba a escapar de los demás.
-          No sé cuanto tardarás en darte cuenta de que ellos no son como nosotros, no sienten, no tienen corazón y si sigues ayudándoles, algún día te matarán a ti.
Cogí el móvil y me marché de la habitación, ya sabía cómo se iba a poner, teníamos la misma conversación todos los días, y no estaba de humor para escucharla.
Salí a la calle y saqué el bolsillo de mi chaqueta mi móvil. En él estaba la dirección de aquella nueva inmortal, si aún no era una completa sería más fácil matarla, asique iba a hacerlo cuanto antes, y si Yuri no lo sabía mejor, así no me molestaría.

≈ No sabía si ir a aquel misterioso encuentro. La verdad, todo estaba siendo demasiado raro para quedarme en casa como si nada. Pero, tampoco quería ir a encontrarme con alguien que me había mandado un sms por arte de magia. Bueno, no tenía nada que perder, asique me puse unos vaqueros, unos playeros y cogí una chaqueta.
Era extraño con la rapidez que se me había pasado el día, aunque en esta época del año anochecía muy temprano. Al salir de mi casa vi a un chico al otro lado de la calle, mirándome fijamente, con odio. Le ignoré. Me encaminé hacia el parque, donde había quedado…

≈ Estaba seguro de que me había visto. Yuri tenía razón, aún no era una completa, entonces no debería saber quién era, ni qué era yo. La seguí unas calles, pero se giraba cada poco, y llegó un momento que la perdí. “Para ser una humana aún es buena despistándome” pensé. Si fuese completa podría seguirla por su olor, pero aún conserva su olor humano. “Esto va a ser más difícil de lo que pensaba”.
Llegué a un callejón y lo atravesé para ir hacia otra calle, y así durante media hora. Ya me estaba cansando, era como si ella estuviese jugando conmigo…

≈ Había intentado relajarme, pero el ruido de los coches y de la gente me estaba matando. Me toqué la sien con una mano y me apoyé en la pared. Pude notar como la gente se apartaba de mí. Caminé hasta una zona con menos tráfico y en la entrada de un callejón me dejé caer hacia el suelo con la espalda apoyada en la pared. Me sujeté la cabeza con las manos, me iba a estallar.

≈ Recorrí lo que quedaba de callejón y cuando vi la salida percibí una silueta en el suelo, apoyada en la pared, sujetándose la cabeza con las manos. “Parece que al fin y al cabo sí va a ser fácil”. Salí del callejón por el lado opuesto al que estaba ella. Pareció no darse cuenta de que había pasado. Me apoyé en la pared, al lado de unas escaleras y la observé. Estaba listo para matarla.

≈ Cerré los ojos con fuerza y suspiré. “Zoe, ya lo has hecho esta mañana, puedes hacerlo, concéntrate”. Me mordí el labio y levanté la cabeza con cuidado, abrí los ojos y me relajé. Había funcionado, ya no escuchaba los coches con tanta intensidad. Me levanté del suelo ayudándome con la pared. Cuando noté que las piernas me respondían bien salí del callejón y retomé mi camino.

≈ Pasó por delante de mí, me miró a los ojos, pude ver como estaba sufriendo, noté como me reconoció. Tenía la mano metida dentro de la chaqueta, sujetando el mango de una daga, pero, algo me paró, no pude atacar, simplemente no pude matarla…

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